Intentas, lo intentas... Ver también el lado bueno, la parte oculta del iceberg que yace sumergida en las profundidades del Océano Pacífico de tus mares. Siete noches y ocho días en los que tus manos no se han separado ni un momento de las mías. En este momento, soy yo la que piensa el trozo de iceberg hundido, que yace en el fondo submarino. Rimando dicen no, rima no. Y a mi no me importa si la realidad soporta o no la sumisión de mis pasos continuados y escondidos por el asfalto, la parte recóndita del mar vacío -apaciguado de furia, submarino- ¿Es paradójico, o no? Que los árboles pierdan sus hojas para dar frutos es bien sabido. Son distintos los momentos que ya se han ido. No a la lucha, ni a la guerra cuando pudimos dejarlo todo e irnos. Pero cuánto nos costaba decir hasta luego, tal vez mañana. Dejarlo morir.
jueves, 13 de mayo de 2010
ICEBERG
Intentas, lo intentas... Ver también el lado bueno, la parte oculta del iceberg que yace sumergida en las profundidades del Océano Pacífico de tus mares. Siete noches y ocho días en los que tus manos no se han separado ni un momento de las mías. En este momento, soy yo la que piensa el trozo de iceberg hundido, que yace en el fondo submarino. Rimando dicen no, rima no. Y a mi no me importa si la realidad soporta o no la sumisión de mis pasos continuados y escondidos por el asfalto, la parte recóndita del mar vacío -apaciguado de furia, submarino- ¿Es paradójico, o no? Que los árboles pierdan sus hojas para dar frutos es bien sabido. Son distintos los momentos que ya se han ido. No a la lucha, ni a la guerra cuando pudimos dejarlo todo e irnos. Pero cuánto nos costaba decir hasta luego, tal vez mañana. Dejarlo morir.
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