jueves, 13 de mayo de 2010

EL VIENTO Y LA ARENA



Estábamos tumbados en la cama, como el viento y la arena; pensé el mar de una playa en la que nunca habíamos estado. Sentía el latido de pequeños corazones en el fondo del mar, peces de colores. Recordé el viaje en avión de Eduardo, sobre aquellas alas abiertas, susurrando un corazón para Silvia. Imaginé unos abetos en Otoños cercados -no se por qué- perdiendo el hilo de la conversación. Y sus manos eran como el viento, sobre mi piel de arena.

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