viernes, 17 de julio de 2009

LOS CINES BABEL


(Mir, "El Molino" 2008)

"Los científicos de la Tierra buscan pistas como detectives del pasado y diagnostican dolencias como médicos del futuro. Armados con herramientas de alta tecnología, pero sobre todo con la altísima tecnología de un cerebro superdesarrollado por la evolución -el famoso sentido común-, han logrado increíbles reconstrucciones de hechos que literalmente se pierden en la noche de los tiempos -cuando el sol apenas alumbraba-; y se atreven, aún admitiendo sus limitaciones, a predecir el futuro del planeta."
Francisco Anguita

Pasó el tiempo y seguí sin tener noticias tuyas. Pensé que quizás te habrías quedado atrapado en aquellas montañas entre los confines inescrutables de la Tierra. Incluso llegué a creer que había sido yo quien de tanto nadar entre algas viscosas había terminado por conseguir llegar a Marte, una hazaña poco heroica.
Un día sin más, recibí una llamada: en la puerta de los Multicines a las 8. Dudé por un momento si serías realmente tú, en el fondo sabía que era imposible, por mucho que hubieras cambiado habría reconocido tu voz al instante, ¿quién era entonces? La posibilidad de un encuentro fortuito con un extraño paralizó cada músculo de mi cuerpo y pretendí olvidar la llamada. Al cabo de un rato seguía sentada junto al teléfono sin recuperar el valor, sin embargo, llevaba tanto tiempo esperando una explicación que poco a poco sentí la curiosidad crecer en cada gota de sudor que me resbalaba por la frente. Cogí el bolso y salí de casa.
Crucé la Plaza de Zaragoza y llegué hasta los cines Babel, faltaban unos minutos para las 8. Un señor de ojos claros se acercó hasta a mi: llevo días intentando localizarte, ¿por qué no cogías el teléfono? No tenía la menor idea de quién era aquel hombre, pero por algún motivo que desconozco, no sentí desconfianza hacia él. La gente hacía rato que pasaba de largo a nuestro lado, como gente chiquita, como era todo en aquel sueño achatado y plano, como el final de "Buenos días, tristeza" quizá. Entramos a oscuras en la sala, el viento que agitaba la cebada de esos campos irlandeses se coló entre las butacas y las imágenes que se sucedían en la pantalla dieron paso a otras de desgastado color. En éstas, la voz de un chico joven se reía: We should be friends, because there´s no hope, there's no end. Aquel desconocido que se sentaba a mi lado me cogió de la mano, no se cómo llegamos hasta un camino de tierra que se extendía junto un río que no alcanzaba a ver tras la espesura de juncos y altas tiras de hierba. A nuestras espaldas, el destello de las luces de la ciudad emitía un sonido incomprensible a nuestros oidos.

Leonard Cohen - The Future






1 comentario:

L.C. dijo...

Hola, me ha encantado tu texto, y ¡que bueno saber de tí otra vez x fin, que te hs hecho esperar!, besos