"Vecinos: Bicicleta" (Mir, El Berrueco 2008)
¿Qué se me habrá perdido a mi para estar aquí? Me preguntaba mientras daba una calada o dos al cigarro. Hay algo que siempre me acompaña, que nunca me deja... pero, ¿qué es? No lo sé.
Creo que tiene que ver con mi hermana, a ella le van las cosas bien. Pero a ella no la rechazaban en el colegio como a mi, porque ella es la fuerte de las dos. Estamos bien juntas, ¿verdad? Estamos bien cuando ella no se marcha y me deja.
¿Por qué será que siempre se marcha? Encerrada en esta habitación, que es grande y que tiene una terraza que no uso. Iré a verla este verano, cuando sea el concierto de Björk iré a su casa y la diré que "la quiero", que hace que mi vida brille más. Como en el concierto brillan los focos de luces de colores sobre el escenario.
Últimamente ando peor, es como si tuviera uno chinarro metido en el zapato, pero como a menudo me descalzo, sobre todo cuando voy a ver a Isa, se me vuelve a salir. Y es peor de lo que la gente puede llegar a creer no saber si tienes o no metida una china en el zapato.
Cuando Raquel aceptó ser mi amiga, cuando por fin pudo comprobar que no me conocía tanto como ella había llegado a creer, todos los demás también me aceptaron, ¡oh, Capitán! ¡Mi capitán! Nada es por sí mismo, si no en tanto es escuchado por alguien que le da la vida. Y yo vuelvo a no saber que hago aquí.
La dibujé pero ella nunca vio nuestro dibujo (las dos caras de la misma moneda) porque no vino a casa -y eso que me fui a vivir a Madrid-, mi amiga.
Hacer mi vida, eso dice mi psiquiatra que hago aquí. No me convence nada este tipo con sus rollos freudianos y su barba de tres días. Un día le sentaré en el diván yo a él. Un día, cuando Raquel me coja el teléfono y volvamos a ser amigas.
Sé que ella lo pasa peor que yo cuando hablamos. Eso es lo que me dice mi hermana, pero no la consigo ni olvidar.
Ahora, aquí sentada en el sillón del salón, no me siento del todo mal. Es como si empezara a comprender realmente que no debo llamarla más. Tengo que dejar de agobiarla.
Hoy vino a verme un amigo, pero he sido demasiado impulsiva al pedirle que se quedara a dormir en casa, pero es que estaba especialmente atractivo. Cuando nos hemos despedido le he intentado besar y él lo ha rechazado. Aunque no le ha sentado mal, me ha dicho que los fantasmas son peor que los enemigos. Eso ha dicho él pero yo no entiendo que ha querido decir con eso.
Viernes. Me he levantado más tarde de lo habitual. Anoche no podía dormir y no dejé de darle vueltas a la idea del bien y el mal. La síntesis que debería surgir tras la confrontación no ha llegado esta vez. Sólo siento cansancio y aburrimiento. Más de lo normal. Soñé con una escalera: con el peldaño que no llegué a subir. Ni uno más. Como si dijera: aquí me quedo. Como en aquellas películas que le gustaban a ella... volver no ha sido lo peor. Lo peor es la espera.
Alguien llama, será el cartero. Por fin me traen las piezas que necesito para arreglar el ordenador. Quizás así también pueda arreglar mi cabeza. Hoy me duele mucho.
No contaré porqué pero mi hermana ha vuelto y está viviendo con nosotras. Ayuda a mamá en la tienda. No nos viene nada mal un poco de ayuda. Las dos solas nos arreglábamos. Pero me gusta volver a estar con Rebeca.
Ya no es como antes: por un tiempo, estamos juntas otra vez. Y eso está bien.
Suena el teléfono ¡Es Raquel! Me tiemblan las manos al intentar descolgar y cuelgo sin querer. Entonces, en un lapsus de tiempo que abarca la mitad de mi vida, vuelvo a dejar el móvil donde estaba. Mi hermana me pregunta: "¿quién era?" Yo le contesto que no lo se: "se han debido equivocar." Y no me pesa, ya no me pesa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario