Hoy sigo sin quererlo pero voy a hablar de ti
porque te vi
ibas caminando un poco como siempre
más allá de aquella línea fronteriza
cruzaste la calle
como quien cruza
todos esos chalecos fosforescentes
no aptos para llevarlos puestos cuando son carteles
llegaste a una casa y subiste las escaleras
después pagaste a la fulana que habías comprado
con el sudor aún entre las axilas
su piel era morena y tú olías como el plástico
cuando se quema
sonó el timbre
era tu señora
por qué será que el dolor no
no llamó a tu puerta
los tacones de aguja alcanzaron a compensarlo
con un ruido sordo en la pared contigua
un tullido agitaba un vaso roto lleno de monedas
lo sujetaba con los dientes
en la calle Preciados.
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